Así la historia siguió por el camino del buen venir, resaltando momentos que tuvieron a bien ser descritos en Risa y que sin temer a la mentira no duraron para siempre. Ahora y después del último párrafo una sección descompuesta ha venido a entorpecer planes maquiavélicos y a cortar mi ángulo de visión con el campo verde que me enamoró.
El día de hoy nos sentamos junto a los resagos del tiempo y su poco tacto, junto a la pureza de la extrañeza, misma que viene acompañada del olvido. Entonces la necesidad de escuchar el te extraño y sobre explotarlo se debe a tu ausencia y a la mía, se vuelve inmortal, y lo subrayo cada que puedo, o que lo entiendo.
Y es justo la combinación del recuerdo y la extrañeza (y el maldito acompañante de ésta) a quien debo acusar. Porque parado aquí, junto a la incertidumbre, mientras leo el pensamiento de su mirada, señora, comienzo a extrañar todo; sus palabras mudas, las dobles conversaciones, meterme en pensamientos rosas y pedazo a pedazo armar un cuento sin final que nos involucre a ambos y cambie con cada sueño, con cada gesto y con cada disgusto; extraño imaginar palabras para escribirlas y borrarlas sin que usted se entere, mirarla, contemplarla y despedirla para sentir la inconsistencia de las letras, juntarlas y crear una máscara, nuestro lienzo, que seguro también sintió el vacío de todos los textos que no le escribí y que usted no me ayudó a hacerlo, que guardados en canciones que no escuchamos juntos, se perdieron en el sueño, los guardé en Common People (ésa con la que aprendí a enamorarme de usted), o tal vez sólo no quisieron ser leídos.
Sin embargo el milagro de verla, de estar tan cerca, de enamorarme más y de admirar su belleza al grado del deseo; incluso el detalle momentaneo y eterno que logra acomodar cada palabra detrás de otra buscando la magia, queda de lado con eso que he tratado de construir y que usted me ha ayudado. Me refiero a todo lo que puedo hablar y escuchar de usted, a todo lo que puedo esperar y todo lo que usted puede tener de mí, todo eso que deja atrás planes y enamoramientos, más allá de palabras ebrias, de deseos e ilusiones. Es algo que reza con lo real y que está, que sí está, que lo tenemos y que podemos hacer uso cuando cualquiera de los dos lo necesite, es fuerte, mucho, es nuestro y de nadie más, porque sólo tú y yo lo conocemos. Se construyó en base a las palabras, ésas que no nos dejan solos, ésas que siempre tendrás de mí y que seguro siempre tendré de ti, siempre. A decir verdad, se hace más fuerte, no importa la distancia ni cuanto la extrañe y mucho menos cuanto pueda olvidar. Dicen que es amistad, no les creo, la experiencia nos dice que eso se acaba con el olvido o con la mentira. Y yo le puedo asegurar, señora, que lo nuestro no se acaba con ninguna de las dos. Ni con los errores del enamoramiento.