martes, 16 de diciembre de 2008

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¿Dedicarte una canción? Creo que solo una no sería suficiente, una sola no basta, mato por poder lograr ese paso. Dedicar mil canciones de amor, de amor vacío, de amor sincero, de amor que se vende y de amor comercial. No importa cual sea, lo juro que no. Pasar una tarde más contigo no me hace bien, pero no creas que es por el hecho de que no me guste, no, no, no, es por todo lo contrario. Demasiada emoción es verte mis brazos y labios se hacen cortos, como nunca me había pasado. Tal vez no encuentro hoy, frente a mi mundo digital color blanco, las palabras que debo de utilizar, creo que deberían de ser tan mudas como la noche que nos conocimos, como la primera vez que nos escribimos. Entonces esa noche los ojos más grandes del mundo se posaron frente a mi, y como siempre me sucede, yo no lo sabía. Eres eso que no se que es pero que está, que es de colores, que pinto un poco mi, (por ese tiempo, ahora ya no lo es) pequeño mundo gris, mi inmenso mundo de bostezos nocturnos frente a mi mundo digital. Siento mucho, señora, no haberla conocido antes, porque como siempre me quede de este lado, con mi Rock, con mis oportunidades que no me puedo dar, porque como siempre decidí tarde, porque como siempre tuve miedo de mi y de ti y de ella, de ellos, de ellos con sus autos rojos, con sus rostros estéticamente correctos, con usted de su lado, como siempre, con usted de su lado. Tantas palabras que quisiera sustituir, hoy frente a mi lienzo blanco, que no se por cual empezar ¿y si cambio el “te amo”? ¿y si cambio la sonrisa?. Lo mejor sería que si, (lo mejor, siempre lo mejor me puede decir usted ¿qué es lo mejor?). Vea usted que la conocí por coincidencia, vea usted que la quise por la misma razón que la llevó a ser “formal”, veo yo que lo que ha pasado, usted no lo debe de saber, y véalo usted también. Le pido comprensión y coherencia para estas palabras incoherentes, le pido que no me reclame, por favor no lo haga, que yo no le reclame por dejar su filosa y redonda y enorme y clara mirada sobre mi. Pero no se preocupe de más, que entre mil canciones y cien cervezas la olvidaré, que usted no tiene más que anunciar el formalismo que se utiliza para predicar una llegada o un partida. Que si mi pobre sentimiento platónico no saldrá de mis pequeñas y necias cuerdas bucales, no será por usted, sino por el miedo que las cierra al instante mismo que intenta salir. Entonces, hoy, entre soles, lunas, calles, y mi gran y mojada ciudad de México estoy y estaré bien, solo porque usted me lo pide, no se si estaré en el momento en el que me lo pida, pero le juro que la decisión ya no es mía, sino de la soledad, de la botella de ginebra vacía, del último cigarrillo.

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